Pablo Ramírez considera una “huida hacia adelante” el hecho de “seguir invirtiendo en un museo deficitario, que en octubre tuvo 510 visitantes, con el único fin de beneficiar a un puerto deportivo ilegal propiedad de la familia del consejero delegado de los Centros a la que se le sigue pagando en concepto de alquiler de locales, atraques y reparaciones”.