Todos sabemos que las islas Canarias son un paraíso en cuanto a estilo de vida, clima, gastronomía, y toda la gama de paisajes que se contradicen unos con otros. Desde los desiertos más abruptos, a regiones totalmente altas y verdes, llenas de numerosas formas de fauna y flora particulares.
Pero estar aislados del resto del mundo no iba a ser todo ventajas. Para los que trabajamos en el comercio internacional y debemos gestionar importaciones y exportaciones en una base diaria sabemos que el trámite en sí puede complicarse mucho.
Los que nos dedicamos a esto, sabemos que importar en Canarias conlleva procedimientos más allá de negociar los precios con los proveedores. Debemos tener en cuenta las condiciones de entrega, los posibles costes de transporte, los impuestos que supone enviar y recepcionar mercancía, aduanas y aranceles, etc. Etc.
En estos procesos, por si fueran pocos, intervienen numerosos agentes económicos y transitarios, que ni siquiera se tienen en cuenta a la hora de planificar y gestionar los pedidos. Vamos a llamarlos, entidades “fantasma” que de alguna manera u otra, te van a colar un cargo si o si durante el proceso de importación. Esto es algo bastante difícil de controlar y que, los envíos, al estar controlados por terceros, más allá del importador y exportador son difícilmente difíciles de pronosticar.
Muchas veces el propio proveedor no sabe ni a qué se enfrenta al llegar al archipiélago. Esto lleva a una situación donde en la mayoría de los casos, los gastos en destino, son gestionados por el propio comprador, donde cualquier tipo de negociación se reduce a una falta de conocimiento y de los procedimientos fiscal/aduaneros que conlleva vender productos en Canarias. Esto provoca que el comprador tenga menos apalancamiento en muchas situaciones a la hora de intentar abaratar los costes de transporte o a la hora de implantar un Incoterm más favorable para el importador.
Si que es verdad que existen numerosas agencias de aduana o consultoras que se convierten en competidoras entre sí, a la hora de gestionar los despachos a la importación de potenciales clientes. Por lo que, traer mercancía a Canarias, también ha provocado cierta competición entre las principales compañías que se dedican a esto en el archipiélago.
De ahí, y bajo mi punto de vista, la importancia de contratar a una agencia que genere confianza en su operativa y su nivel de servicio, pues al final, estamos autorizando a un tercero a que actúe a nombre de su cliente ante las administraciones tributarias y claro, no son operaciones sencillas. Esto puede acarrear sanciones de toda índole, por no hablar de la propia gestión interna a la hora de recepcionar, despachar y dirigir la mercancía que hemos comprado a nuestros almacenes. Es decir, cualquier problema en aduanas, por pequeño que sea, puede destrozar toda una planificación o cualquier agenda de un proyecto.
Pero como he mencionado al principio, no todo iba a ser negativo en la importación, así como existen impuestos que penalizan la compra fuera del territorio local, donde destaca el AIEM (Arbitrio sobre las Importaciones y Entrega de Mercancías en Canarias), también existen ayudas o exenciones sobre la imposición, recibiendo ayudas a la importación, o simplemente omitiendo el propio pago de los impuestos, donde destacaría el REA (régimen específico de abastecimiento) o RPA (régimen de perfeccionamiento activo) respectivamente.
En conclusión, siempre he pensado que este archipiélago actúa como un micro universo con cierta autonomía, diferenciándonos fiscalmente de nuestros vecinos más allegados en península y provocando así, situaciones que, sin duda alguna, nos convierte en únicos, tanto para lo bueno como para lo malo.
Todos sabemos que las islas Canarias son un paraíso en cuanto a estilo de vida, clima, gastronomía, y toda la gama de paisajes que se contradicen unos con otros. Desde los desiertos más abruptos, a regiones totalmente altas y verdes, llenas de numerosas formas de fauna y flora particulares.
Pero estar aislados del resto del mundo no iba a ser todo ventajas. Para los que trabajamos en el comercio internacional y debemos gestionar importaciones y exportaciones en una base diaria sabemos que el trámite en sí puede complicarse mucho.
Los que nos dedicamos a esto, sabemos que importar en Canarias conlleva procedimientos más allá de negociar los precios con los proveedores. Debemos tener en cuenta las condiciones de entrega, los posibles costes de transporte, los impuestos que supone enviar y recepcionar mercancía, aduanas y aranceles, etc. Etc.
En estos procesos, por si fueran pocos, intervienen numerosos agentes económicos y transitarios, que ni siquiera se tienen en cuenta a la hora de planificar y gestionar los pedidos. Vamos a llamarlos, entidades “fantasma” que de alguna manera u otra, te van a colar un cargo si o si durante el proceso de importación. Esto es algo bastante difícil de controlar y que, los envíos, al estar controlados por terceros, más allá del importador y exportador son difícilmente difíciles de pronosticar.
Muchas veces el propio proveedor no sabe ni a qué se enfrenta al llegar al archipiélago. Esto lleva a una situación donde en la mayoría de los casos, los gastos en destino, son gestionados por el propio comprador, donde cualquier tipo de negociación se reduce a una falta de conocimiento y de los procedimientos fiscal/aduaneros que conlleva vender productos en Canarias. Esto provoca que el comprador tenga menos apalancamiento en muchas situaciones a la hora de intentar abaratar los costes de transporte o a la hora de implantar un Incoterm más favorable para el importador.
Si que es verdad que existen numerosas agencias de aduana o consultoras que se convierten en competidoras entre sí, a la hora de gestionar los despachos a la importación de potenciales clientes. Por lo que, traer mercancía a Canarias, también ha provocado cierta competición entre las principales compañías que se dedican a esto en el archipiélago.
De ahí, y bajo mi punto de vista, la importancia de contratar a una agencia que genere confianza en su operativa y su nivel de servicio, pues al final, estamos autorizando a un tercero a que actúe a nombre de su cliente ante las administraciones tributarias y claro, no son operaciones sencillas. Esto puede acarrear sanciones de toda índole, por no hablar de la propia gestión interna a la hora de recepcionar, despachar y dirigir la mercancía que hemos comprado a nuestros almacenes. Es decir, cualquier problema en aduanas, por pequeño que sea, puede destrozar toda una planificación o cualquier agenda de un proyecto.
Pero como he mencionado al principio, no todo iba a ser negativo en la importación, así como existen impuestos que penalizan la compra fuera del territorio local, donde destaca el AIEM (Arbitrio sobre las Importaciones y Entrega de Mercancías en Canarias), también existen ayudas o exenciones sobre la imposición, recibiendo ayudas a la importación, o simplemente omitiendo el propio pago de los impuestos, donde destacaría el REA (régimen específico de abastecimiento) o RPA (régimen de perfeccionamiento activo) respectivamente.
En conclusión, siempre he pensado que este archipiélago actúa como un micro universo con cierta autonomía, diferenciándonos fiscalmente de nuestros vecinos más allegados en península y provocando así, situaciones que, sin duda alguna, nos convierte en únicos, tanto para lo bueno como para lo malo.
by Eduardo Martín Garrido
Experto en supply chain
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